"Poema en línea recta"
Nunca conocí a nadie a quien le hubiesen roto la cara.
Todos mis conocidos fueron campeones en todo.
Y yo, que fui ordinario, inmundo, vil,
un parásito descarado,
un tipo imperdonablemente sucio
al que tantas veces le faltó paciencia para bañarse;
yo que fui ridículo, absurdo,
que me llevé por delante las alfombras de la formalidad,
que fui grotesco, mezquino, sumiso y arrogante,
que recibí insultos sin abrir la boca
y que cuando la abrí fui más ridículo todavía;
yo que resulté cómico a las mucamas de hotel,
yo que sentí los guiños de los changadores,
yo que estafé, que pedí prestado y no devolví nunca,
que aparté el cuerpo cuando hubo que enfrentarse a puñetazos,
yo que sufrí la angustia de las pequeñas cosas ridículas,
me doy cuenta que no hay en este mundo otro como yo.
La gente que conozco y con quien hablo
nunca cayó en ridículo, nunca sufrió un insulto,
nunca fue sino príncipe -todos ellos príncipes- en la vida...
¡Ah, quién pudiera oír una voz humana
que confiese no un pecado sino una infamia;
que cuente no una violencia sino una cobardía!
Pero no, son todos la Maravilla si los escucho.
¿Es que no hay nadie en este ancho mundo capaz de confesar que una vez
fue vil?
¡Oh príncipes, mis hermanos!
¡Basta, estoy harto de semidioses!
¿Dónde está la gente de este mundo?
¿Así que en esta tierra sólo yo soy vil y me equivoco?
Admitirán que las mujeres no los amaron,
aceptarán que fueron traicionados -¡pero ridículos nunca!-
Y yo que fui ridículo sin haber sido traicionado,
¿cómo puedo dirigirme a mis superiores sin titubear?
Yo que fui vil, literalmente vil,
vil en el sentido mezquino e infame de la vileza.
Fernando Pessoa
se puede volver de casi todo, dicen algunos, pero no del ridículo, tal vez por eso a veces es casi imposible admitirlo. Cariños
ResponderEliminarDuro este texto, hecho por alguien que puede darse el lujo de decir su realidad. Realidades que abundan, pero casi todos tratan de ocultar. Me encanta ese enfrentamiento planteado.
ResponderEliminarGusto pasar por tu espacio.
Un abrazo.
Impecable texto. Para pensar-se y redundar a cerca de nuestra humanidad.
ResponderEliminarAbrazos descalzos!
¿Y cómo llega este Pessoa a escribir mi biografía? Un gran abrazo.
ResponderEliminarEs duro el ridículo porque te lo hacen sentir así... son los demás los que te tildan de ridículo y se ríen de vos burlándose... será por eso que no nos animamos a hacer determindas cosas... por temor a hacer el ridículo... y que nos lo recuerde a través del tiempo como si fuera algo por lo que tenemos que pedir perdón...
ResponderEliminarAl fin y al cabo no es un delito... pero lo sentimos como tal...
Difícil cambiar eso...!