miércoles, 31 de marzo de 2010

Visita Inesperada



En estos días ando con muchas vueltas en el trabajo y no he podido detenerme a escribir y atender al blog debido a la falta de tiempo. Por ese motivo no he publicado textos propios, pero por suerte siempre hay poetas que escriben lo que uno siente.

He aquí un buen ejemplo:




Visita inesperada

No vengas, Inspiración, esta mañana
golpeando a mi puerta. No quiero
verte derribando mis templos.
Debo terminar lo que estoy haciendo:
lavarme los dientes, poner café,
estudiar un rato las oposiciones,
reordenar un poco las esquinas
de mi vida, llenas de mugre,
de recuerdos tiernos, pero inútiles.
No vengas a despertarme temprano,
no digas toma, escribe, aquí tienes
tu mejor poema
. Si te acercas ahora
por mi cuarto, te echaré por la ventana.
Hoy no tengo cuerpo para la poesía.
Y, sin embargo, en este antepenúltimo
verso comienzo, inquieto, a escuchar tu risa.
Mira que llegas a ser puta, amiga mía.




Ángel Gómez Espada









domingo, 28 de marzo de 2010

Absurdo

ABSURDO



Estoy en mi cama

y veo dibujarse las figuras

de una mujer desnuda y una computadora.

Otra mujer entra con los cabellos blancos

y un antifaz de zorra.

El silencio se enreda en los tilos

de un camino que conduce al placard

donde están mis polillas.

Una cigüeña deja un recién nacido en mis brazos.

La mujer zorra se lleva al recién nacido

y entre mis brazos florece una magnolia.

La mujer desnuda me despoja de la flor

y se la ofrece a la computadora.

Un ser invisible juega a la rayuela

cerca de la ventana.

Un gorrión oficialista hembra

se sienta sobre los bigotes de un gato amarillo.

Una tía entra preguntando de quién es tía.

La cigüeña y el gorrión cantan, a dúo,

un solo de calandria.

Mi mano derecha cambia de sitio con la izquierda

y paso a ser diestro por un rato.

El ser invisible, luego de contemplarse en el espejo,

baila con los senos de la mujer desnuda

un pasodoble triple.

Mi cerebro soluciona

Mi médico me visita por teléfono

y me dice que me siento mal

porque estoy bien.

Una paloma cruza por mi ángulo de visión.

El filo del silencio ha cortado la punta de mi dedo

Y le pongo una curita de música barroca.

Los ojos de la mujer zorra se miran a sí mismos.

Mi pullover importado sufre un ataque de epilepsia

y es atendido por una percha criolla.

El recién nacido mira la sombra de los días.

Los árboles pintan una arboleda otoñal.

La tía opina que ahora hay más.

La mujer desnuda entra en mi cama.

La computadora huele a magnolia.





Jorge Luis Estrella


domingo, 21 de marzo de 2010

La chica de la heladería

La chica de la heladería



I

y bueno pues
me enamoré
de la chica de la heladería
y todo sería alegría
si no fuese tan rica
si no fuese tan fría

y bueno pues
me enamoré
de sus ojos de menta
que todo vuelven tormenta
si me alejo sólo un día



II

de chiquita sólo una bocha
la chica de la heladería
crece en rico y crece en frío
y yo me tiraría al río
para no verla crecer



III

cuando el sr. heladero murió
ella casi se derrite
dejó un rastro dulce
que me llevó a su escondite

ahora estamos los dos sentados
ahí en la oscuridad
me acerco a ella y siento frío
lindos olores tanto placer
en la oscuridad



IV

qué son todos esos tarros
le pregunto preocupado
son los chicos anteriores
que ya convertí en helado
contesta sonriendo
junto a un tarro vacío
no te preocupes me dice
este tarro es mío



V

si salimos a la luz
tiene miedo a derretirse
no temas le digo
te devoro y dentro mío
yo te cuido del calor
vos me llenás de frío



VI

los días pasan felices
si jugamos en la sombra
la chica de la heladería
me entretiene y asombra

pero cuando se aleja un poco
y no la puedo saborear
dice que todo está mal
tiembla y ríe
entre las sombras



VII

sin cumplir con sus promesas
la chica de la heladería
me dejó dentro de un tarro
atrapado en paredes frías

cada tanto se abre una puerta
y sus ojos de tormenta
lo inundan todo de menta
y de dulce melancolía



Mario Varela

jueves, 18 de marzo de 2010

Mujer junto a la ventana





La mujer, sentada junta a la ventana, escucha boleros en la radio, suspira lentamente y mira fijo a las tres Marías que titilan entre dos árboles, por encima de los techos de la azotea.

Así se duerme la mujer y sueña que esta sentada junto a la ventana escuchando música de boleros. En el sueño, suspira lentamente con los ojos fijos en las tres Marías que le guiñan los ojos en la oscuridad entre dos árboles por encima de los techos de las azoteas.

Cuando la mujer despierta, se encuentra suspirando lentamente, sentada junto a la ventana, escuchando boleros en la radio.

Sus ojos miran fijamente a las tres Marías que tiemblan en la oscuridad entre los árboles por encima de las azoteas.




La mujer entra al sueño sin darse cuenta y en el sueño se veía junto a una ventana que canta boleros. De pronto suspira fuerte porque las tres Marías, descolgándose de los árboles por encima de los techos de las azoteas, la toman de la mano para bailar,

En el sueño, la mujer baila con las tres Marías dentro de la música de la ventana, las cortinas se balancean rítmicamente, hasta que se despierta bailando con las tres Marías esos boleros que suenan en la radio dormida.

En los giros, la mujer ve como los dos árboles se sientan junto a la ventana, y suspiran lentamente, mirando a las tres Marías que titilan por sobre los hombros de la mujer que baila sobre los techos de las azoteas.

Así la mujer vuelve a soñarse, de hombros encogidos, suspirando suavemente y en la ventana donde suenan boleros para las tres Marías, hay una mujer que sueña , otra que baila y una que suspira.





(Dedicado a la memoria de Ruben D´Alba)


miércoles, 17 de marzo de 2010

sensacion





SENSACION


En las tardes azules de estío, iré por los senderos,
Picoteando por las espigas, hollando la hierba menuda:
Soñador, yo sentiré el frescor en mis pies.
Dejaré al viento bañar mi cabeza desnuda.

No hablaré, no pensaré en nada:
Pero, el amor infinito se elevará en mi alma,
Y llegaré lejos, muy lejos, como un bohemio,
A través de la naturaleza, - feliz como con una mujer…


Arthur Rimbaud


domingo, 14 de marzo de 2010

Christian Bobin

Leer a Christian Bobin , es una experiencia única.

No es fácil conseguir sus libros en castellano, pero créanme, bien vale una peregrinación por todas las librerías buscando uno de sus libros.

C.Bobin , aunque casi desconocido por estos lados, es el santo Grial de la literatura contemporánea.






«Hay instantes en los que amo a cada uno de aquellos que forman parte de mi vida... Me viene entonces la necesidad de coger el teléfono, llamar a uno y otros, sin excepción, y decirles: "Te amo por completo, en todo lo que en ti no se parece a mi, te amo tal como tu vas, vivo, viviente". Y si no lo hago, es únicamente por miedo a terminar en el hospital psiquiátrico totalmente loco y totalmente radiante»

«Ser negligente hacia otro, es estar ante él como ante un libro que no abriéramos, dejándolo oscuro, privado de sentido»

«La maravilla es existir. No hay otra»

«Finalmente no me gusta la cordura.. Ella imita demasiado a la muerte. Prefiero la locura, pero no aquella que uno padece, sino aquella con la cual uno danza»


«Mi alma va saltando por el humo que se eleva de un jardín, atraviesa las rosas somnolientas de la cocina, baila sobre la cubierta de los libros que me rodean, ignora totalmente las páginas de este cuaderno y yo, yo espero un poco bobo, un poco vacío, palomar vacío de sus palomas. Esta historia se reproduce a menudo. No me inquieta, incluso si descubro que un día, ella irá a su termino: mi alma haciéndose tan ligera que olvidará volver y alguien dirá de mi: "está muerto" –porque es así como se llama ese género de fuga»


«La nada está en el alma de esas personas en las cuales la tristeza crece al mismo tiempo que el poder. La nada es el olvido de la infancia, de la alegría y del amor. La nada es un dueño que obedece a un dueño más fuerte que él: la ambición, el dinero, el resentimiento»

«El desencanto es más temible que la desesperación. El desencanto es un encogimiento del espíritu, una enfermedad de las arterias de la inteligencia que poco a poco se obstruyen, no dejan ya pasar la luz».

«Me gusta apoyar mi mano en el tronco de un árbol ante el cual paso, no para asegurarme de la existencia del árbol –de la cual no dudo– sino de la mía.»

«Escribo con la esperanza de descubrir algunas frases, tan solo algunas frases, solamente algunas frases que sean lo bastante claras y honestas como para brillar tanto como una pequeña hoja de árbol barnizada por la luz y lustrada por el viento».



«Ayer fui a pagar mis impuestos. Delante de mí, había un hombre que estaba en el paro. (...).

Al ver a ese hombre pensé que no soportaba a los escritores cuando hablan con cara de mártires del sufrimiento de escribir, de la dificultad de su trabajo. Un trabajo es algo que os pueden quitar un día. Conozco escritores pobres, no conozco ninguno que esté en el paro: privado de escribir —y por consiguiente de dicha, porque no hay que andarse con cuentos: escribir es una pura dicha, y cualquier otro razonamiento sobre ello es repugnante




«Uno no puede tener la verdad, solamente vivirla.»

«Estamos hechos de eso, estamos hechos de aquello que nosotros amamos y de nada más.»

" Las rosas han dado todo y ahora se mueren, lo que es una manera de dar aún más."

"Me encuentro muy lejos de la bondad y del amor. La prueba: escribo sobre ellos."

"Lo que se llama el 'encanto' de una persona, es la libertad que ejerce respecto a sí misma, algo que, en su vida, es más libre que su vida."


"A veces tengo ganas de morirme como el niño tiene ganas de abrir su regalo antes de tiempo."

"De todos los que me encuentro espero algo, y puesto que lo espero, lo recibo."



Creo que un artista es alguien que (como consecuencia de traumas tempranos), tiene su cuerpo y su alma divididos, e intenta rellenar ese espacio echándole pintura, tinta, o hasta silencios. En ese sentido somos todos artistas, ejerciendo el mismo arte de vivir con más o menos talento. O para ser más preciso debiera decir: con más o menos amor.”


Dios es lo que saben los niños, no los adultos. Un adulto no tiene tiempo que perder dando de comer a los gorriones.


Cuando se quiere a alguien, siempre se tiene algo que decir o que escribir, hasta el fin de los tiempos


viernes, 12 de marzo de 2010

Campanas



Las campanas de la iglesia de mi barrio un día comenzaron a sonar y todos quedamos sorprendidos.

No había vibración en el aire, el sonido tan ostentoso como insípido no despertaba devoción y tan solo por pura curiosidad algunos vecinos concurrieron a misa para averiguar a que se debía la sonora novedad.
El cura sonriendo en plena homilía bendice a la tecnología actual.
Dice que simplemente apretando play, ahora en este barrio montevideano tan humilde como moderno podremos escuchar al mismísimo campanario de la basílica del Vaticano.
Ante tan trascendente información los feligreses no saben como es correcto reaccionar.
Algunos pensaron que lo adecuado era aplaudir, otros mas entusiastas encontraron la situación propicia para entonar un espontáneo aleluya.
Los más recatados optaron por un festejo silencioso.

Mientras tanto nosotros dos,totalmente ajenos a esta situacion,sentados en un banco de la plaza hablabamos y reiamos despreocupadamente.
No logro recordar cual era nuestro tema de conversacion, pero lo que nunca pude olvidar fue que sin saberlo y sin proposito alguno, casi por error, eramos felices.


jueves, 11 de marzo de 2010

In a little while




He escuchado muchas veces esta canción y aún así me sigue conmoviendo. Hoy simplemente quiero compartirla con ustedes.


domingo, 7 de marzo de 2010

Felicidad Clandestina ( Clarice Lispector.)

Con la excusa del dia de la mujer,este post esta dedicado a Las Hacedoras y su programa radial Perras Negras http://www.hartares.com/




Ella era gorda, baja, pecosa y de pelo excesivamente crespo, medio amarillento. Tenía un busto enorme, mientras que todas nosotras todavía eramos chatas. Como si no fuese suficiente, por encima del pecho se llenaba de caramelos los dos bolsillos de la blusa. Pero poseía lo que a cualquier niña devoradora de historietas le habría gustado tener: un padre dueño de una librería.

No lo aprovechaba mucho. Y nosotras todavía menos: incluso para los cumpleaños, en vez de un librito barato por lo menos, nos entregaba una postal de la tienda del padre. Encima siempre era un paisaje de Recife, la ciudad donde vivíamos, con sus puentes más que vistos.

Detrás escribía con letra elaboradísima palabras como "fecha natalicio" y "recuerdos".

Pero qué talento tenía para la crueldad. Mientras haciendo barullo chupaba caramelos, toda ella era pura venganza. Cómo nos debía odiar esa niña a nosotras, que éramos imperdonablemente monas, altas, de cabello libre. Conmigo ejerció su sadismo con una serena ferocidad. En mi ansiedad por leer, yo no me daba cuenta de las humillaciones que me imponía: seguía pidiéndole prestados los libros que a ella no le interesaban.


Hasta que le llegó el día magno de empezar a infligirme una tortura china. Como al pasar, me informó que tenía El reinado de Naricita, de Monteiro Lobato.

Era un libro gordo, válgame Dios, era un libro para quedarse a vivir con él, para comer, para dormir con él. Y totalmente por encima de mis posibilidades. Me dijo que si al día siguiente pasaba por la casa de ella me lo prestaría.

Hasta el día siguiente, de alegría, yo estuve transformada en la misma esperanza: no vivía, flotaba lentamente en un mar suave, las olas me transportaban de un lado a otro.


Clarice niña

Literalmente corriendo, al día siguiente fui a su casa. No vivía en un apartamento, como yo, sino en una casa. No me hizo pasar. Con la mirada fija en la mía, me dijo que le había prestado el libro a otra niña y que volviera a buscarlo al día siguiente. Boquiabierta, yo me fui despacio, pero al poco rato la esperanza había vuelto a apoderarse de mí por completo y ya caminaba por la calle a saltos, que era mi manera extraña de caminar por las calles de Recife. Esa vez no me caí: me guiaba la promesa del libro, llegaría el día siguiente, los siguientes serían después mi vida entera, me esperaba el amor por el mundo, y no me caí una sola vez.



Pero las cosas no fueron tan sencillas. El plan secreto de la hija del dueño de la librería era sereno y diábolico. Al día siguiente allí estaba yo en la puerta de su casa, con una sonrisa y el corazón palpitante. Todo para oír la tranquila respuesta: que el libro no se hallaba aún en su poder, que volviese al día siguiente. Poco me imaginaba yo que más tarde, en el curso de la vida, el drama del "día siguiente" iba a repetirse para mi corazón palpitante otras veces como aquélla.

Y así seguimos. ¿Cuánto tiempo? Yo iba a su casa todos los días, sin faltar ni uno. A veces ella decía: Pues el libro estuvo conmigo ayer por la tarde, pero como tú no has venido hasta esta mañana se lo presté a otra niña. Y yo, que era propensa a las ojeras, sentía cómo las ojeras se ahondaban bajo mis ojos sorprendidos.



Hasta que un día, cuando yo estaba en la puerta de la casa de ella oyendo silenciosa, humildemente, su negativa, apareció la madre. Debía de extrañarle la presencia muda y cotidiana de esa niña en la puerta de su casa. Nos pidió explicaciones a las dos. Hubo una confusión silenciosa, entrecortado de palabras poco aclaratorias. A la señora le resultaba cada vez más extraño el hecho de no entender. Hasta que, madre buena, entendió a fin. Se volvió hacia la hija y con enorme sorpresa exclamó: ¡Pero si ese libro no ha salido nunca de casa y tú ni siquiera querías leerlo!

Y lo peor para la mujer no era el descubrimiento de lo que pasaba. Debía de ser el horrorizado descubrimiento de la hija que tenía. Nos espiaba en silencio: la potencia de perversidad de su hija desconocida, la niña rubia de pie ante la puerta, exhausta, al viento de las calles de Recife. Fue entonces cuando, recobrándose al fin, firme y serena le ordenó a su hija: Vas a prestar ahora mismo ese libro. Y a mí: Y tú te quedas con el libro todo el tiempo que quieras.

¿Entendido? Eso era más valioso que si me hubiesen regalado el libro: "el tiempo que quieras" es todo lo que una persona, grande o pequeña, puede tener la osadía de querer.


¿Cómo contar lo que siguió? Yo estaba atontada y fue así como recibí el libro en la mano. Creo que no dije nada. Cogí el libro. No, no partí saltando como siempre. Me fui caminando muy despacio. Sé que sostenía el grueso libro con las dos manos, apretándolo contra el pecho. Poco importa también cuánto tardé en llegar a casa. Tenía el pecho caliente, el corazón pensativo.

Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí unas líneas maravillosas, volví a cerrarlo, me fui a pasear por la casa, lo postergué más aún yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad. Para mí la felicidad siempre habría de ser clandestina. Era como si yo lo presintiera. ¡Cuánto me demoré! Vivía en el aire... había en mí orgullo y pudor. Yo era una reina delicada.

A veces me sentaba en la hamaca para balancearme con el libro abierto en el regazo, sin tocarlo, en un éxtasis purísimo. No era más una niña con un libro: era una mujer con su amante.




viernes, 5 de marzo de 2010

Feliz

Sobre felicidades y desdichas:

"Si en todos los idiomas de la tierra existe la palabra felicidad, es verosimil que también exista la cosa, siquiera a modo de esperanza o nostalgia. A veces, al doblar una esquina o al cruzar una calle, me ha llegado, no sé de dónde, una racha de felicidad. La he recibido con humildad y agradecimiento, y no he tratado de explicármela, porque sé que a todos nos sobran los motivos de tristeza".

Jorge Luis Borges.





"Hoy he barrido la terraza de las plantas: qué bueno es trajinar con las cosas de este mundo, con las hojas secas, con el polen de las cosas. Mi vida cotidiana se atilda. Me estoy sintiendo profundamente feliz".

Un soplo de vida, Clarice Lispector.



¿Hasta cuándo vamos a seguir creyendo que la felicidad no es más que uno de los juegos de la ilusión?

Julio Cortázar





lunes, 1 de marzo de 2010

I'm your man.





Tenes razón, quizás no haya sido buena idea la de venir a medianoche a cantar una serenata a tu balcón.

Enfurecida me gritaste" nunca más me dediques una canción, tengo que madrugar para ir a trabajar”. Para vos fue un simple enojo, típico de tu mal humor, pero dentro mío algo se quebró y nunca nada volvió a ser igual.



Enmudeció el trovador para dar paso al adulto responsable, trabajador convencional, poco inspirado y carente de motivación. Como la inmensa mayoría de los ciudadanos los domingos por las tardes el tedio lo oprime sin piedad ni razón.

Buscando alivio y distracción prende el televisor, pero claro, es inevitable dormirse, ante una película que una y otra vez ya vio.




Para ella también el tiempo paso.

En las mañanas mientras cocina, a veces una tenue pero persistente desolación le oprime el corazón. Pero no tiene tiempo para detenerse y reflexionar con atención.

Los chicos ya vendrán del colegio y el almuerzo aún no esta.

Buscando un poco de compañía, prende la radio, y recorre el dial queriendo encontrar alguna canción de amor. El aceite caliente en el sartén ,corta el morron y los tomates, pero claro es inevitable, cuando corta las rodajas de cebolla, como siempre le sucede ,no puede dejar de lagrimear.


(Inspirado en la cancion " I'm your man." de Leonard Cohen)










Los pájaros cantaron
al hacerse de día.
“Empieza de nuevo”,
oí que decían.
No pierdas el tiempo
Pensando en lo que ya pasó
o en lo que aún no ha pasado.

Suenan las campanas que todavía puedan sonar.
Olvida tu ofrenda perfecta.
en toda cosa hay una grieta,
es por ahí donde entra la luz.

LEONARD COHEN