El adolescente que hace malabarismos en la esquina se acerca al auto, se agacha y nos mira a través del vidrio polarizado. Ricardo manotea de la guantera una bolsita de plástico blanco, las manos buscan algo, tiemblan, tardan. El chico espera largos minutos, se está perdiendo la oportunidad de pedir en otros autos. Finalmente, Ricardo saca una barra de cereales, abre la ventanilla, una línea por la que sale, a duras penas, su dádiva. Se la da al chico sin mirarlo, sin tocarle la mano. Es a mí a quien mira.El gesto es un esfuerzo transparente por congraciarse conmigo y yo preferiría que fuese abiertamente facho para poder odiarlo alegremente. -Barras de cereales -dice. Le sonrío. Siento el corazón apretado. Por el chico en la calle, por Ricardo que trata de enamorarme así, por los abismos que nos separan y por esa conciencia que no puedo terminar de apresar, una mariposa blanca que abre y cierra las alas y dice que, mientras me alejo en dirección al restaurante, también me quedo en la esquina, bajo la llovizna, dándole el primer mordisco a la barra de cereal que me dio el hombre del cochazo azul, el que iba con la rubia, el que no me miró.
Inés Garland
Me bajo del cochazo azul y me quedo con el chicos de los malabares bajo la llovizna...
ResponderEliminarBueno,muy bueno,dualidad de èsta mujer que le es imposible llevar su existencia de esta manera,cuando se defina,tal ves,relaje su corazon,mientras tanto se es mostrador,ni de un lado ni del otro.
ResponderEliminarcordial saludo
Creo que muchos nos hemos querido quedar en esa esquina viendo alejarse algo de nosotros...
ResponderEliminarBesos
estremece..
ResponderEliminarbesos*
Es abiertamente facho... cuando haya perdido el interés por mostrarse generoso se va a manifestar más claramente su miseria.
ResponderEliminarA bajarse del auto... cuanto antes!!