Manzanas: un relato de Jim Crace
Desde pequeñas nos enseñaron que no debíamos comer el corazón de las manzanas.
Hacerlo era considerado signo de avidez, suciedad y malos modales; además, nos aseguraban, era sumamente peligroso. Vitalizados por nuestros jugos gástricos y la oscuridad, las semillas germinarían. Un manzano crecería “como un bebe” en el tibio sedimento de nuestros intestinos, hasta desplegar sus ramas y raíces, que nos saldrían por la panza. Desgarrarían nuestra piel y nuestras ropas. “Entonces se arrepentirán”, decía mi madre.
La única cura, en caso de que alguna de sus hijas hubiera osado tragar alguna semilla, era una buena dosis de
herbicida y, posiblemente, si eso no alcanzaba a prevenir la germinación, una dolorosa operación con un par de tijeras de podar.
-No es invento mío- decía-.Vayan al huerto y verán que no les miento .Busquen las caras y las manos de los niños que tragaron los corazones de las manzanas.
Se han convertido en corteza.
Entonces empecé a odiar los huertos y también las manzanas.
No quería terminar como los niños que había descubierto en la corteza, rígidos y nervudos, deformados por el dolor, con hormigas y escarabajos que le caminaban sobre los ojos y sin nada con que taparse durante la noche.
Hoy en día ya no respeto las enseñanzas recibidas en la casa de mi madre. Mastico el corazón cada vez que como una manzana. No escupo las semillas sobre la palma de mi mano. A decir verdad, a medida que envejezco, la idea de que hay algo nuevo y verde viviendo dentro de mí, creciendo “como un bebé” en mi panza, ya no es una pesadilla. Ahora creo que los huertos son moradas más dignas que un cementerio o un crematorio, Preferiría terminar convertida en un trozo de corteza que en un montón de cenizas o de huesos.
- Comete el corazón de la manzana; es la parte más saludable – Solía decirle a mi único hijo. Y el obedecía. Tenía miedo de enfermar, supongo.
Pero he notado que ahora se muestra desafiante.
Hoy llevamos a mis nietas a la escuela.
Iban comiendo sus desayunos por el camino. Una manzana cada una. Las observaba mientras masticaban la pulpa alrededor de los corazones como si fueran hamsters.
No me atreví a decir una palabra. Mi hijo bajó las ventanillas del auto.
- Vamos – dijo -. Veamos quien arroja más lejos.
Estoy segura de que es un ritual familiar. Las niñas aguardaron hasta que atravesamos un descampado, ubicado entre la autopista y los negocios.
Y entonces tiraron con fuerza los corazones.
- Allí habrá un huerto antes de que lo imaginan – dijo su padre -. Esas semillas son futuros manzanos.
Toda buena semilla germina bien,hasta la semilla del corazon, sembrar con amor, recogiendose despues un fruto hermoso.
ResponderEliminarAbrazo
Con lo fácil que era tirar los corazones de las manzanas al campo.
ResponderEliminarEs una entrada magnífica Incal.
Qué buen relato el que has elegido y qué ingeniosas fotografías, me encantó esta entrada, me voy a quedar con ella por dentro, como si me hubiera tragado el corazón de una manzana y estuviera por empezar a germinar en mi :)
ResponderEliminarBesos.
Bella esta entrada que hoy nos compartes, grandes descripciones, tanto que siento que mis brazos se convierten en ramas y creo que sería una trasmutación un tanto interesante. Preciosa. Un abrazo.
ResponderEliminarQué bello relato... cómo cada uno tiene un punto de vista diferente para misma situación... lo interesante es cómo ella puede verlos...
ResponderEliminarMe gustó la imagen de la chica con los pelos como ramas de un manzano, utilicé una pintura similar en una poesía hace un tiempo, es una bella imagen...
Se llama "Como un árbol viejo" si querés verla está acá. http://reinadebuenosaires.blogspot.com/2009/10/como-un-arbol-viejo.html
Confieso que también me decían que no tragara las semillas... y siempre comí hasta la última...jaja me gusta el sabor a almendras que tienen...
Un beso
¡Que bueno!
ResponderEliminarNo se puede negar que la visión de tu hijo ha sido enriquecedora para tus nietas.
Que linda historia, me encantó.
Un beso.
mariarosa
Dos educaciones contrapuestas. La educación de la obediencia y la de la libertad.
ResponderEliminarLa de la condena y la de la posibilidad.
Es hermoso ver como nuestros hijos consiguieron hacer la síntesis de aquello a lo que quisimos rebelarnos.
Te das cuenta cuanto miedo usaron para educarnos?
Mitos y realidades compartiendo un mismo universo.
ResponderEliminarBesos.
jajajaja Mi pai tambien me decìa eso, pero yo siempre me comía todo, y me importaba muy poco si me crecía un árbol dentro de la panza...¡No le creí nunca!
ResponderEliminarHasta hace un mes...siiiii
Supe de un ruso que fue desahuciado de cáncer al pulmón.
Un médico más astuto decidió revisarlo porque el tipo no vivía en zonas contaminadas, era sano, no fumaba, se cuidaba mucho, no representaba externamente ningún signo de cáncer típico de estos casos, eso si un intenso dolor al respirar
Y si ...ten´`a un pequeño brote de árbol en su pulmón
Queeeeee????...así fue, el vivía en un bosque, donde respiraba constantemente polvo de semillas muy finitas, la tibiesa, la humedad, hicieron que una semilla que se fue vía áerea se alojara en el pulmón y creciera a través de los años germinando y aumentando de tamaño
Lo operaron y todo bien..
para que veas que todo puede ser. jajajajaj
Hermoso relato, y muy bien ilustrado. Iteresante el mensaje. Yo apuesto por comerme el corazón de la manzana.
ResponderEliminarNo conocía este relato, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesos.
Un relato cargado de mensaje con sabor a manzana. Me gustó mucho haber entrado a tu blog.
ResponderEliminarTe dejo muchos saludos y te deseo todo lo mejor ahora y siempre.