Va a ser una de las palabras que más diremos y que más escucharemos en los próximos días. Acaso encarna la mayor aspiración humana. Felicidad. Felices fiestas. Feliz Año Nuevo. Felicidades. En esta época del año la palabra se cuela en cada frase. ¿Qué deseamos, qué nos desean cuando la invocamos? ¿Qué es la felicidad, en definitiva? En el origen de la palabra, encontraremos el término griego eudalmonía que, aproximadamente, significa “ser bendecido por un buen hado”. Según Aristóteles, se trata del bien supremo al que aspiran todas las acciones humanas.
Y, sin embargo, ¿qué es la felicidad para cada uno de nosotros en particular? Probablemente no habrá dos respuestas similares, porque no existen dos personas iguales. ¿Cómo alcanzar, entonces, la felicidad? ¿Cómo llegar a ella? Creo que cuando nos planteamos estas preguntas, las respuestas se nos escapan como arena entre los dedos. Porque, en mi opinión, la felicidad no es algo que se alcanza ni un lugar al que se llega.
El escritor alemán Herman Hesse (autor de Siddartha y El lobo estepario) decía que “es un cómo y no un qué, no es un objeto”. De acuerdo con esto, podríamos ver a la felicidad como una forma de viajar, no como un destino.
¿De qué esta hecho ese viaje? De nuestras acciones diarias, de nuestros vínculos, de nuestras actitudes. Creo que antes que buscar la felicidad, hay una prioridad.
Se trata de encontrar un sentido a nuestra vida personal, singular, única. Un sentido trascendente. Trascender es ir más allá de uno mismo, alcanzar a otro, a otros, a través de lazos de amor, de empatía, de colaboración, de fecundidad, de comprensión, de aceptación. Eso nos hace humanos, esa es la gran diferencia entre nosotros y otras especies.
Trascendemos, entendiéndolo de este modo, en la relación amorosa nuestros hijos, con los seres que amamos, con la apertura hacia aquellos con quienes nos vinculamos de diversas maneras, en una obra de arte, en el modo de encarar nuestro trabajo, en la forma en que nos integramos en los círculos y en la comunidad que integramos, en el alimento que elaboramos y ofrecemos, en las palabras conque nos acercamos al semejante. No hay recetas. Cada ser es único y encontrará un modo único de ir más allá de sí para trascender en los otros. Cuando entendemos en qué consiste la trascendencia (no se trata, queda dicho de hacer grandes obras, de convertirse en prócer, de alcanzar celebridad), todos los actos y gestos de nuestra vida, aún los más pequeños, tienen sentido.
Con el sentido se hará presente la felicidad. No será el resultado de una búsqueda, sino la consecuencia de un modo de vivir y de vincularse. La búsqueda obsesiva de la felicidad suele llevar a penosos malos entendidos. Así confundimos satisfacción con felicidad. La satisfacción es epidérmica, no trasciende.
Tampoco el placer entendido como fin es felicidad. Cuando buscamos la felicidad como un cazador que persigue una presa, solemos volver con las manos vacías. Tampoco se trata de una meseta en la que nos instalaremos para siempre.
Estas confusiones nos hacen creer que la felicidad anida en un auto, un viaje, una silueta perfecta, una abultada cuenta bancaria, una operación que promete hacernos más jóvenes, una casa imponente, el artefacto de última generación, en una relación o en una persona. El maestro espiritual indio Krishnamurti decía: “Cuando buscamos la felicidad por medio de algo, ese algo se vuelve más importante que la felicidad misma. Cuando la felicidad es buscada a través de un medio, ese medio destruye el fin”.
En esos casos sobreviene una angustia, un vacío inexplicable. ¿Si lo tengo todo por qué no soy feliz? Porque la felicidad no anida en el tener. Es una sensación, es la consecuencia de una actitud ante la vida, no se puede capturar como una mariposa de colección. Es el resultado de nuestros actos, somos responsables de ella. Sería hermoso que al desearnos felicidad, en estos próximos días, nos estemos deseando una vida trascendente, una vida ligada al semejante, una vida con sentido.
Sergio Sinay
muchisimas gracias por brindarnos tan lindo e interesante texto, un besin de esta asturiana que te desea ¡¡feliz navidad¡¡ y que el proximo año venga colmado de paz, amor y felicidad para ti y tus seres queridos
ResponderEliminarFelicidad es poder elegir el camino que queremos transitar y poder elegir con quien hacerlo.
ResponderEliminarLa Navidad festeja el nacimiento de Jesús. Algunos creen en él, otros no tanto, otros nada. Pero creo que la mayoría cree en los preceptos de amor, paz y hermandad. Así que al desearte feliz navidad, te deseo que recorras el camino con los que amás y en paz.
Sé feliz en Navidad, en Año Nuevo y la mayor parte del camino (a veces habrá lágrimas, es imposible impedirlo, pero que sean breves).
¡¡Felicidades!!
ResponderEliminarDeseo felicidad desde este sentido que vos decís, lo he comprendido hace un tiempo gracias al dolor, al sentirme perdida, al miedo, a la angustia que ha sentido mi ser, angustia existencial me refiero. Y empecé a ser casi feliz cuando pude desentrañar un poco los motivos de mi dolor, las causas de mis miedos, qué se puede hacer con la angustia y poder treansformarla en otra cosa, ya que los seres humanos somos los únicos que podemos sentirla y también transformarla.
Una vez vine a tu blog y decías que alguien decía que felicidad es tener menos miedo o algo así y yo sentí muy dentro de mí, que era precisamente eso la felicidad, vivir sin Miedo, el miedo entendido como enfermedad, no como cobardía o como temor natural.
Un abrazo desde este estado de felicidad, desde el ser bendecido por un hado, a vos y los tuyos Luis, gracias por todo lo que brindás desde este espacio.
Ser feliz es estar cómodo con uno mismo y vivir de acuerdo a los propios principios, dando más que recibiendo.
ResponderEliminarGracias por tus reflexiones y por esa felicidad que nos deseas y que transmites.
¡ Felicidades a ti!
Un abrazo.
Impecable texto pero principalmente la idea.
ResponderEliminarEn estos días tuve que explicar cómo es que deseo felices fiestas si no creo en dioses.
Yo nunca pienso en religiones cuando le deseo felicidad a alguien y en estas fechas que uno se reúne con la familia nada mejor que desear felicidad sin connotaciones de ningún tipo, simplemente eso.
Un abrazo
A mi me gusta más el contentamiento que la felicidad.Me es más cercano y asequible.
ResponderEliminarBesos
Hoy he descubierto tu blog, una joya, un regalo que me va a durar años, espero, te deseo. Felices fiestas y todo lo mejor para el año que empieza.
ResponderEliminarQuerido Luis, quiero agradecerte primero tus bellas palabras en mi blog. Tu me has enriquecido desde el primer día en que entraste en él, que si recuerdas pensé que te habías quedado como seguidor por error. Porque no podía creer que alguien como vos, con tu profundidad, con ese criterio justo, pudiera interesarle algo de mí. Ese fue un honor para mí.
ResponderEliminarLuego fui conociendo un poco más de vos mediante tus comentarios, tus post y el reflejo que vi, me iluminó como si un rayo de sol hubiera pegado en él.
Todos los autores que citaste plantean lo mismo. Obviamente, a mi me llevó muchos años de perseguir zanahorias y no alcanzarlas el darme cuenta de eso. Por eso ahora entiendo que lo más importante es el cómo vivimos el día a día.
Los Indúes sabiamente dicen SER O TENER, en un pensamiento que puede abarcar mucho debate.
Pero me quedo en Ser, aceptando las incongruencias, siendo honesta conmigo misma lo más que puedo, valorando cada vez más las pequeñas cosas de la vida.
Por ejemplo: Tengo muchos pájaros amigos, ninguno en jaula, ellos nunca deben estar en jaulas-, por la maña temprano muchas veces se acercan a la soga de la ropa cuando me ven cerca, ya que saben que les tiraré migas de pan. Luego cierro la puerta para no asustarlos y los veo comer, pelearse por un trozo mas grande o alimentar a su cría. Nunca antes me había dado cuenta cuán feliz me podía hacer eso. Y eso es simplemente un ejemplo.
El usar tu reflejo, como me dijiste, ilumina mi alma.
Gracias por ser como sos!!!!
La felicidad continua es imposible e improbable. Sólo pueden existir momentos efímeros de felicidad, cuando todo encaja en su sitio, o cuando no ansiamos nada y tan sólo vivimos y respiramos, sin pensar. El pensamiento suele ser fuente de infelicidad. Siempre queremos algo que no tenemos. La felicidad es estar a gusto y conforme con lo que somos y lo que tenemos.
ResponderEliminarUn abrazo
Beatriz:
ResponderEliminarMe ha fascinado la frase "Tengo muchos pájaros amigos, ninguno en jaula" creo que bien podría ser el comienzo de una milonga de Zitarrosa o de Facundo Cabral y si no existe tal milonga ...me creo en la mision de componerla.
Besos.
Luis
Felicidades Luis!!
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