
Hace un par de semanas prometí iniciar una sección de libros, lectura y escritores, allí aclaraba que “como todo lo escrito en “Usa el reflejo” el criterio de los textos seleccionados, sus autores y mis comentarios, será totalmente subjetivo, caprichoso, antojadizo e inesperado.”
Bueno, aquí viene el primer post sobre un libro que me marco fuertemente en mis jóvenes 18 años y hoy después de tanto tiempo lo vuelvo a leer y siento vigente la fuerza de estas tres pasiones que describe en su biografía el filósofo, matemático y escritor británico Bertrand Russell.( posiblemente el filósofo más influyente del siglo XX).
Russell fue un conocido pacifista. Estuvo en prisión dos veces, la primera conectada con sus actividades pacifistas durante la gran guerra y la segunda por participar en una manifestación contra la proliferación de armas nucleares.
Lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar. Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos.
B:Russell
TRES PASIONES.
Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación.
He buscado el amor, primero, porque conduce al éxtasis, un éxtasis tan grande, que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi existencia por unas horas de este gozo. Lo he buscado, en segundo lugar, porque alivia la soledad, esa terrible soledad en que una conciencia trémula se asoma al borde del mundo para otear el frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, finalmente, porque en la unión del amor he visto, en una miniatura mística, la visión anticipada del cielo que han imaginado santos y poetas. Esto era lo que buscaba, y, aunque pudiera parecer demasiado bueno para esta vida humana, esto es lo que -al fin- he hallado.

Con igual pasión he buscado el conocimiento. He deseado entender el corazón de los hombres. He deseado saber por qué brillan las estrellas. Y he tratado de aprehender el poder pitagórico en virtud del cual el número domina al flujo. Algo de esto he logrado, aunque no mucho.
El amor y el conocimiento, en la medida en que ambos eran posibles, me
transportaban hacia el cielo. Pero siempre la piedad me hacía volver a la tierra. Resuena en mi corazón el eco de gritos de dolor. Niños hambrientos, víctimas torturadas por opresores, ancianos desvalidos, carga odiosa para sus hijos, y todo un mundo de soledad, pobreza y dolor convierten en una burla lo que debería ser la existencia humana. Deseo ardientemente aliviar el mal, pero no puedo, y yo también sufro.Ésta ha sido mi vida. La he hallado digna de vivirse, y con gusto volvería a vivirla si se me ofreciese la oportunidad.
Bertrand Russell, Autobiografía



















